domingo, 11 de agosto de 2013

16 Vitamina A: el escudo protector

16 Vitamina A: el escudo protector

La vitamina A es vital para la salud humana 
y su deficiencia puede ofrecer como resultado un endurecimiento de la piel y de las membranas mucosas. También contribuye a la buena salud de los ojos, la piel, el pelo los dientes y las encías, amén de proporcionar resistencia al organismo ante las infecciones respiratorias. Es liposoluble (soluble en grasas y en los disolventes de las grasas), no se difunde en el agua, por lo que no sufre pérdidas por ómosis y es estable en la cocción. Sin embargo, hay que destacar que su consumo en exceso, en suplementos vitamínicos sin consulta médica, puede ocasionar lesiones hepáticas, ya que el punto de concentración es el hígado. Se almacena alli en un 90% y cuando existen carencias, puede cubrir las necesidades durante varios meses.
Y aquí conviene hacer una aclaración: el popular betacaroteno, mencionado en casi todas las publicaciones de moda, no es exactamente Vitamina A, ya que es una provitamina. ¿Qué significa esto? Que sólo una vez que es incorporada al sistema digestivo, a través de los alimentos, el organismo se encarga de convertirla en Vitamina A.
En el reino vegetal existen cerca de 400 carotenoides, que son unos pigmentos que varían del amarillo al rojo.

En realidad la vitamina A se presenta en la naturaleza en dos formas: 

mediante un precursor, llamado retinol (que se encuentra en alimentos de origen animal) y la provitamina A, conocida como carotenide (provista por alimentos de origen vegetal). Los carotenoides -el betacaroteno es uno de ellos y el más abundante de todos- deben ser transformados en el organismo en retinol (verdadera vitamina A) para que resulten eficaces. Por esto mismo, el betacaroteno cumple con las mismas funciones de la vitamina A, sólo que no resulta perjudicial y su exceso produce, como único efecto colateral o secundario un ligero color amarillento en la piel que se asemeja al del tostado veraniego.
El betacaroteno ha demostrado su acción favorable en pacientes que acusaban problemas ante la luz solar y se ha probado su eficacia como protector contra los efectos del sol. Por tal motivo, se utiliza para curar alteraciones en la vista y ofrece resultados propicios en los tratamientos contra las cataratas.
También actúa eficazmente en algunas enfermedades de la piel. Algunas investigaciones lo señalan como un nutriente quimiopreventivo; es decir, que actuaría de manera favorable en la prevención de ciertos tipos de cáncer, en especial los de pulmón, colon y vejiga.
Puede encotrarse en las frutas y verduras amarillas y anaranjadas, al mismo tiempo que en las verduras verdes. Por ejemplo: zanahorias, batatas, zapallos, calabazas, damascos, melones, papayas, mangos, duraznos, mandarinas, naranjas, espinacas, brócoli, endivias, achicoria, lechuga, escarola, berros, mostaza, las partes verdes de los nabos, tomate, espárragos, arvejas, repollos, maíz, ciruelas y guindas. En cuanto a la cantidad de betacaroteno que cada uno de estos elementos contiene, las cifras varían en relación a la madurez del alimento, la estación del año y también dependen de la manera en que se lo prepare para comerlos.
Entre un 10% y un 50% del betacaroteno que se consume se procesa en el tramo gastrointestinal. El organismo absorbe el betacaroteno gracias a unas sales biliares que se encuentran en el tramo superior del intestino delgado. Si se comen muchas grasas y proteínas, se entorpece esta asimilación.
En las paredes del intestino es convertido en vitamina A por una enzima -dioxigenasa. Sin embargo, si en el cuerpo existe suficiente cantidad de vitamina A, esta conversión no se realiza. Si el cuerpo tiene betacaroteno en abundancia, el excedente que se consume se guarda en los tejidos grasos, que justamente son amarillos por el betacaroteno que acumulan, mientras que en los niños son blancos.
El betacaroteno pierde parte de su poder por acción de la luz, ciertas enzimas y en contacto con el oxígeno. Hay dos procesos industriales que reducen la eficacia del betacaroteno de los alimentos: la deshidratación de frutas y verduras y la hidrogenación de las grasas ( un proceso por el cual las grasas insaturadas están capacitadas para absorver hidrógeno). Por el contrario, la congelación los etabiliza.
El efecto del betacaroteno en el cuerpo humano se ve notablemente disminuido como consecuencia del consumo de tabaco y alcohol. Las embarazadas y las mujeres en período de amamantamiento también tienen una reducción en sus niveles de betacaroteno. Las personas que padecen de cirrosis, estomatitis tropical, ictericia y fibrosis también presentan dificultades de absorción.
Por suspuesto, unido a las vitaminas C y E el betacaroteno se comporta como un absorvente de los radicales libres, como ya hemos visto.
Enfermedades de origen cardíaco, como la arteriosclerosis, han encontrado la solución en el betacaroteno, pues éste actúa como una sustancia antioxidante que permite a las células con alto contenido con colesterol no adherirse a las paredes de las arterias, circunstancia que produce las vetas grasas que caracterizan a esta patología.
Ahora veamos con más detalle algunas de sus acciones principales.

ACCION PROTECTORA DE LA VISION

El mecanismo de la vitamina A en el proceso de la visión cumple una función muy importante: la rodopsina o púrpura visual, contenida en los bastones de la retina, es un compuesto constituido por una proteína llamada opsina y por el retineno. Este último es la forma oxidada de la vitamina A.
Cuando la rodopsina se expone a la luz, se produce su escisión en opsina, que luego se reduce a transretinol. Esta se difunde en la sangre y en el hígado, donde se convierte en activa y más tarde es reabsorbida por la retina. Pero para mantener la visión normal la rodopsina debe ser regenerada.
El tiempo requerido para adaptar la visión de una luz intensa a una más débil corresponde al necesario para la formación de rodopsina en cantidad normal. Dado que la vitamina A se pierde, en parte durante el ciclo, tendrá que ser aportada por la corriente sanguínea, por lo cual se explica que una escasa concentración de la vitamina en la sangre haga disminuir la velocidad de síntesis de la rodopsina.
Esta vitamina es la que brinda la mayor protección a la visión, al asegurar el contenido en pigmentos coloreados (púrpura retiniana) de los bastoncillos y conos de la retina. Estos pigmentos, fotosensibles, receptores de luz, permiten la adaptacion a la luz crepuscular.
Entre los síntomas más comunes que se detectan por falta de vitamina A se encuentra la hemeralopía o incapacidad de visión con luz crepuscular, la dificultad para ver en penumbras, alteraciones de la conjuntiva, de la córnea y reducción de la sensibilidad retiniana a la luz, debido al retraso de la regeneración de la púrpura visual.

Estos signos de falta de vitamina se empiezan a presentar de a poco. 

En un principio se ve mal en la oscuridad, despues el ojo se vuelve seco y aparecen pequeñas manchas en la conjuntiva, incluso en algunos casos la córnea se vuelve opaca. Si no se lo trata de inmediato, la córnea se ablanda y se deforma; el iris y el cristalino también se reblandecen, se ulceran y se evoluciona hacia la ceguera total.
Por: David Cosio
Fuente: 
Vivir hasta 100 años

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